Facilitadores y estudiantes de la Escuela de Biodanza de Viña del Mar, liderados por Ana María Westwood, están trabajando en un ambicioso plan para expandir el amor por la vida.
Esta comunidad multidisciplinaria está compuesta por arquitectos, profesores, empresarios, artistas, kinesiólogos, actores, gestores culturales, periodistas, ingenieros, médicos, agrónomos y muchos otros profesionales que comparten el mismo objetivo: promover el bienestar a través de la Biodanza.
La Biodanza es un sistema creado por el Profesor Rolando Toro que utiliza la vivencia integradora, experiencias vividas con gran intensidad en el “aquí y en el ahora”, a través del movimiento corporal y la música. Este sistema acelera procesos integrativos a nivel celular, metabólico, neuroendocrino, inmunológico y existencial, mediante un ambiente enriquecido, con música específica, movimiento integrado y encuentro en grupo, que deflagran vivencias integradoras.
Los efectos de la Biodanza contribuyen a elevar la calidad de vida, a reforzar la identidad, tener buenas relaciones con otros seres humanos y consigo mismo, lo que contribuye a lograr competencias comunicativas entre personas social y culturalmente diversas. Las vivencias estimulan la creación de nuevas redes sinápticas que despiertan una serie de potenciales que anteriormente no tenían vías de expresión. Es un proceso altamente integrativo que tiene efectos profilácticos y curativos, según cuentan.
Con este plan, los facilitadores y estudiantes de la Escuela de Biodanza buscan contagiar el amor y la felicidad a través de la práctica de la Biodanza. Ana María Westwood, directora de la Escuela, destacó que esta comunidad es “fuerte, intensa, colmada de amor, que vibra en una frecuencia maravillosa de dar y recibir”.
